Revista Ciencias de la Actividad Física UCM. N° 20(1) enero-junio 2019,
ISSN:0719-4013
INTRODUCCIÓN
Al practicar un deporte existe el riesgo de sufrir una lesión deportiva, (Vanmeerhaeghe, Tutusaus, De Antolín, & Massó, 2008) como resultado puede ocasionar la suspensión de la práctica del mismo ya sea temporal o permanentemente. En general, la práctica deportiva y de actividades físicas tiene una gran influencia en el incremento del número de lesiones deportivas (Pérez, 2010; Vanmeerhaeghe & Romero, 2013a), las cuales son muy comunes, en el deporte de alto rendimiento su incidencia es del 30 % en el fútbol, 22% en el baloncesto, 15.5% en el fútbol sala y 11.1% en atletismo, según el estudio de Moreno, Rodríguez, & Seco, (2008), se concluyó que el fútbol es el deporte con mayor incidencia de lesiones, debido a sus características propias, habilidades requeridas como la resistencia, cambios de dirección e intensidad de juego, horas de entrenamiento, terreno de juego, debilidad muscular, entre otros factores. En relación con la localización anatómica, la articulación del tobillo es una de la más afectadas, puesto que el pie es la zona de contacto del cuerpo con el suelo por lo que se ve sometido a fuerzas de gran intensidad; específicamente el esguince de tobillo y daño al ligamento lateral externo presentan entre 15% y 25% de todas las lesiones en la práctica deportiva (Murphy, Conolly, & Beynnom, 2003; Valderrabano, Barg, Paul, Pagenstert, & Wiewiorski, 2014). Las lesiones en el fútbol tienen características particulares, la mayoría de ellas se generan de manera traumática (Correa, Galván, Muñoz, López, Clavijo, Rodríguez, 2013), la región más afectada es el miembro inferior, este es el segmento más vulnerable por el gesto deportivo propio del fútbol como pateo y la carrera (Santos, Pedrinelli, Rubio, Dorileo, & D’Andrea, 2016). Al afectarse la articulación de tobillo por primera vez, como un esguince, es más probable que se vuelva a producir una lesión similar, es decir el riesgo es más elevado. Lo que puede conducir a dolor e inestabilidad crónica en 20%-50% de los casos (Vanmeerhaeghe & Romero, 2013b; Pérez, García, & Montealegre, 2016; Pérez, García, & Montealegre, 2017). A nivel mundial, ha tomado auge la prevención de lesiones deportivas, prioridad del abordaje fisioterapéutico en el ámbito deportivo actual. Una de las capacidades a las que más se le ha prestado atención en tiempo reciente es la propiocepción, entendiéndola como una capacidad física coordinativa, que permite desarrollar el control de movimientos y el logro de la estabilidad articular (Jan, Tang, Lin, Tseng, Lin, & Un, 2008). López, Rodríguez, & Palacios (2015), establecieron que está implicada en la capacidad de un usuario para desarrollar una estrategia postural y dinámica eficaz, “otorga la habilidad para recibir estímulos de músculos, tendones y articulaciones e integrarlos posteriormente en el sistema nervioso central”. Hewett, Lindenfeld, Riccobene, & Noyes (1999), indicaron algo similar en cuanto al control postural, al decir que este proporciona al sujeto la capacidad de “manejar la posición de su cuerpo en el espacio y adaptarla, manteniendo una buena relación entre los distintos segmentos corporales y el entorno, disponiendo el centro de masas en unos límites específicos”. El sistema propioceptivo, capta la información desde los sensores del cuerpo llamados “mecano-receptores” situados a nivel articular, muscular, tendinoso y cutáneo. Estos receptores, traducen los cambios detectados en los distintos tejidos y los dirige hacia los centros superiores, es decir a el cerebro (Navarro, 2003; Bruyneel, 2016). Por lo tanto, la propiocepción es un mecanismo que permite saber en dónde se encuentran los diferentes segmentos del cuerpo, por ejemplo, cuando se tiene los ojos cerrados, es la capacidad que lleva la información para saber si la mano esta frente a la cara o moviéndose al lado del tronco, (Coarasa, Moros, Villarroya, & Ros, 2003; Verhagen et. al., 2004; Sadeghi, Hakim, Hamid, Amri, Razeghi, & Farazdaghi, 2017, Vanmeerhaeghe & Romero, 2013b), numerosos autores y estudios han comprobado que su correcto desarrollo y entrenamiento, contribuye con la prevención de lesiones en los deportistas (López, Rodríguez, & Palacios, 2015; Vanmeerhaeghe, Tutusaus, De Antolín, & Massó, 2008; Cos, Cos, Buenaventura, Pruna, & Ekstrand, 2010; Eils, & Rosenbaum, 2001; Stasinopoulos, 2004; Clark, & Burden, 2005). Neurofisiologicamente, la propiocepción funciona gracias a una serie de receptores que detectan la información proveniente del exterior: los husos neuromusculares, el órgano tendinoso de Golgi y receptores intra-articulares, entendiendo por articulación como un punto de contacto entre los dos huesos (Tortora, & Derrickson, 2006; Pró, 2012) otros receptores se encuentran ubicados en el oído interno, apoyándose en la información visual. (García, & Hurle, 2005; Basas, Fernández, & Martin, 2003; Barrett, Barman, Boitano, & Brooks, 2010; Lluch et. al., 2015) Autores como Paredes, Martos, & Romero (2011) llevaron a cabo un protocolo utilizando ejercicios de propiocepción para la readaptación posterior a una rotura de ligamento cruzado anterior en futbolistas, demostrando que este protocolo consiguió una recuperación más eficaz, disminuyendo el tiempo fuera de competición de los deportistas debido a este tipo de lesión. Resultados similares mostraron el estudio de Adalid (2014), en donde se reafirma la influencia de la propiocepción en la agilización del proceso de recuperación posterior a una lesión de ligamento en la rodilla. Otro estudio realizado por García, Quintero, & Rosas (2011) expusieron un programa de entrenamiento deportivo propioceptivo en niños jugadores de fútbol de 10 años, mejorando las habilidades motrices desde el componente de las praxias global y fina, además del equilibrio y el ritmo. La propiocepción ofrece una solución muy eficaz para prevenir lesiones deportivas, por lo cual esta práctica ha sido adoptada en diversidad de deportes, los cuales, a través del entrenamiento de esta capacidad, buscan evitar que sus deportistas se lesionen y pierdan la oportunidad de competir (López et. al., 2015; Vanmeerhaeghe & Romero, 2013b; Eils, & Rosenbaum, 2001; Paredes et. al., 2011) y no solo evita lesiones, sino agiliza el proceso de recuperación de una lesión (Paredes, Martos, & Romero, 2011; Adalid, 2014). Es importante en el entrenamiento deportivo, ya que contribuye a optimizar los patrones motrices del deportista y, por ende, permite que cada segmento del sistema musculoesquelético asimile mejor la información que llega del exterior, como el cambio en la superficie del terreno o la velocidad de movimiento, y así generar una respuesta más efectiva en la ejecución del gesto deportivo. METODOLOGÍA El presente estudio se llevó a cabo con todos los 17 futbolistas pre-juveniles integrantes de esta categoría, de la escuela de fútbol del Club Deportivo Once Caldas S.A. de la Ciudad de Manizales - Colombia, cuyas edades oscilaron entre 14 y 15 años (pre-juveniles), con una media de 14,45 años de edad y un promedio de 7,06 años de nivel de escolaridad. Estos futbolistas tenían 36,71 meses de experiencia, una frecuencia de entrenamiento a la semana de 3,29 días (ver tabla 1. Descriptivo para variables cuantitativas), en cuanto a la posición de juego estaba distribuida así: 1 arquero, 6 volantes, 6 laterales, 3 extremos y 1 delantero. Otra de las características analizadas fueron las lesiones deportivas previas, en donde el 58% de los jugadores las presentaban siendo las más comunes: Osgood Schlatter (9%), lesiones tendinosas (23%) y esguince de tobillo grados 1-2 de severidad (80%). El programa de propiocepción se aplicó durante cuatro semanas, correspondientes a los meses de junio y julio del año 2017, fuera de temporada, 4 días a la semana en sesiones de 25 minutos, llevadas a cabo en las instalaciones del estadio de la ciudad y en el parque deportivo Bosque popular El Prado de la ciudad de Manizales (ver Tabla 2). Previamente a la aplicación del programa, se evaluaron los futbolistas, aplicando el test de Romberg y Romberg sensibilizado, el cual se aplicó posteriormente al final del programa de 4 semanas (ver Figura 1). Los participantes en el estudio debían ser hombres, estar entre el rango de edad de 14 y 15 años cumplidos al momento de la evaluación, estar vinculado mínimo hace un año a la escuela de formación deportiva y que realizaran mínimo una vez a la semana la práctica del fútbol, no podían participar los que al momento de la ejecución del programa estuviesen lesionados. La intervención fue aprobada en reunión de técnicos de la escuela de fútbol perteneciente al club deportivo Once Caldas S.A., Manizales – Caldas – Colombia. Por tratarse de menores de edad, antes del inicio de las valoraciones se realizó una reunión con padres de familia, acudientes y entrenadores con el objeto de darles a conocer sus riesgos, objetivos, beneficios y obtener la autorización de participación de sus hijos, lo anterior fue dado mediante el consentimiento informado y la autorización de los jugadores, el presente estudio se acogió bajo las normas éticas emanadas de la Declaración de Helsinki y de la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia. Como antecedentes se observó que la FIFA® y su centro de Evaluación e Investigación Médica (F-MARC®) desarrollaron un programa de prevención de lesiones “11+”. Que ha demostrado reducir las lesiones entre un 30% y un 50%. A partir de estos resultados FIFA® se han implementado el uso de este programa de ejercicios en todo el mundo (Bizzini, Junge & Dvorak, 2007). El programa fue desarrollado por un grupo internacional de expertos basados en su experiencia. El programa de calentamiento debe realizarse al comienzo de cada sesión, consta de 15 ejercicios, divididos en 3 fases, siguiendo un orden especifico. La parte central que se basa en el desarrollo de fuerza en tronco y miembros inferiores, agilidad y pliometría, se divide a su vez en 3 niveles de intensidad creciente (Bizzini, Junge & Dvorak, 2007). Las lesiones que presentan jugadores de fútbol juvenil, al igual que en el fútbol profesional, son más comunes en miembros inferiores, y la mayor parte se dan por contacto directo, 56%. Las lesiones más frecuentes afectaron el tobillo, el tendón de Aquiles, el muslo seguidos por traumatismo de rodilla y pie (Pangrazio & Forriol, 2016). En la escuela del club Deportivo Once Caldas S.A. posee dentro de sus filas una división de jugadores amateur, un grupo 17 jugadores, cuyas edades oscilan entre los 14 y 15 años, aunque no se refiere presencias de lesiones comúnmente en estos jugadores y a partir de la aplicación del Programa de Calentamiento FIFA 11+® con buenos resultados en otra categoría de características similares, se decide configurar un programa basado en el de calentamiento original “Los 11+”; del cual se extrajeron y adaptaron 8 ejercicios, cada uno de ellos con características que permiten el desarrollo de la capacidad de propiocepción (ver Tabla 1): • Isquiotibiales • Equilibrio en una sola pierna • Equilibrio en una sola pierna lanzando el balón • Equilibrio en una sola pierna desequilibrar al compañero. • Genuflexiones. Hasta las puntas de los pies. • Genuflexiones. Zancadas • Genuflexiones. Una pierna • Saltos Laterales Previo a la aplicación del programa de propiocepción y con la finalidad de tener un margen de referencia en cuanto al equilibrio que presentaban los jugadores, se les administró el test de Romberg y Romberg sensibilizado los cuales fueron desarrollados por los investigadores, el material de registro fue un formato en el cual se llevaba las observaciones pormenorizadas de cada deportista, tomando un tiempo aproximado de 1 minuto con cada uno, se empleó además un cronómetro y un silbato (que indicaba el inicio y el final de la prueba, la cual era explicada a los deportistas antes de comenzar), los tests se aplicaron en un apoyo monopodal con brazos en abducción a 90°, los deportistas debían mantener esta postura, con la espalda recta y sin movimientos para equilibrarse como lateralizar el tronco, mover la cabeza o la pierna que no se encontraba en apoyo, durante 10 segundos en la prueba de Romberg, y para Romberg sensibilizado se utilizaba la misma posición, pero con los ojos cerrados. Se consideró como una alteración en la capacidad de equilibrio si el deportista: • Movía los brazos. • Apoyaba la pierna que se encontraba en el aire. • Abducía y/o aducía la pierna contralateral al apoyo para equilibrarse. • Abrir los ojos durante el test sensibilizado. Si el deportista mantenía la posición por 10 segundos el resultado era un Romberg no alterado, en el caso contrario el resultado sería un Romberg alterado, registrando el segundo exacto en el que se alteró la posición. Esta prueba se ha utilizado en estudios para medir el equilibrio (García, & Álvarez, 2014; Quintana, 2016). En la primera sesión, los investigadores se presentaron con los futbolistas, se les explicó acerca del estudio y las pruebas que se realizarían, posteriormente, se dialogó acerca de la propiocepción y el importante papel que juega en la prevención de lesiones deportivas, lo anterior se desarrolló con el fin de generar en ellos adherencia al programa repitiéndose está a lo largo del tiempo de aplicación. Se desarrolló una descripción de todas las variables, se probó la normalidad de las variables cuantitativas mediante la prueba de Shapiro-wilk y se realizaron pruebas de homogeneidad. Para todos los casos se consideró asociación estadísticamente significativa cuando el p ≤ 0,05. Para el procesamiento de la información fueron condensados en una hoja de Excel inicialmente y posteriormente se utilizó a SPSS 24.0v.(Statistical Package for the Social Science). No se presentaron datos perdidos. Al finalizar la aplicación de 4 semanas del programa de propiocepción, se aplicó nuevamente el test de Romberg con el fin de comparar con la primera medición, en donde se reflejó una mejora en el equilibrio de los jóvenes futbolistas, ya que en la primera medición solo un 53% completaron el test de Romberg sin alteraciones, posterior a la aplicación del programa, en la segunda medición, un 71% completó el test sin alteraciones.
Tabla 1
Tabla 2
Fuente: Bizzini, Junge, & Dvorak, (2007). 11+ un programa completo de calentamiento para prevenir las lesiones en el futbol. [Manual]. FIFA® Medical Assessment and Research Centre (F-MARC®).
Montealegre-Mesa,
LM.
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